sábado, 18 de mayo de 2013

ARTICULOS CIENTIFICOS

Primer artículo.
Artículo que aborda la teoría sistémica.
LAS  CIENCIAS POLÍTICAS: RELACIONES INTERDISCIPLINARIAS
Dr. Emilio Duharte Díaz

Son múltiples los campos académicos de estudio de la política. En el mismo intervienen diferentes disciplinas: la Ciencia Política2, la Filosofía Política, la Teoría Política, la Sociología Política, la Economía Política, el Derecho Político, la Historia Política, la Antropología Política, la Psicología Política (de reciente desarrollo y aún en ciernes, o sea menos establecida como ciencia que el resto de las disciplinas mencionadas), la Geografía Política y hasta la Geopolítica, que algunos autores la defienden como una disciplina Científica autónoma. También hay numerosas indagaciones acerca de la relación entre la Ética y la Política y, en menor magnitud, entre la Estética y la Política. Igualmente se han ido desarrollando estudios de Ecología Política y de Axiología Política, las cuales pueden ser consideradas también en proceso de establecimiento como disciplinas científicas. Como fue declarado en la introducción, no se pretende enfatizar en la división de territorios  entre las disciplinas sino, por el contrario, concentrarse en la hibridación entre ellas, es  decir, en el solapamiento de segmentos de las mismas, en la recombinación de  conocimientos en las nuevas esferas especializadas mencionadas. Es reconocido por  muchos autores que la innovación actual en Ciencia Política depende en gran medida del  intercambio con otras esferas que pertenecen a otras disciplinas. “En los niveles más altos  de la pirámide de la Ciencia Política, la mayoría de los investigadores pertenecen a una  subdisciplina híbrida: la Sociología Política, la Economía Política, la Psicología Política, la
Filosofía Política, la Geografía Política, la Administración Pública, los Estudios de área,  etc. La mayoría de los especialistas no están localizados en el así llamado núcleo de la  disciplina. Están en los márgenes de fuera, en contacto con los especialistas de otras  disciplinas. Prestan y toman prestado en las fronteras. Son académicos híbridos. El número  de politólogos “generales” decrece rápidamente. Todos tienden a especializarse en uno o  varios dominios…”
Algunos autores niegan la interdisciplinariedad en el campo de las Ciencias Políticas,  argumentando que las relaciones de la Ciencia Política con otras Ciencias Sociales no son  relaciones entre disciplinas completas, sino entre sectores de diferentes disciplinas, o sea,  entre subcapas especializados que casi siempre se encuentran dentro de disciplinas  formales, por lo que prefieren hablar de hibridación de fragmentos de ciencias. Los  avances alcanzados en el conjunto de las Ciencias Sociales y, particularmente de la Ciencia  Política, se pueden explicar en buena medida por la hibridación de segmentos distintos de  estas ciencias. Las nuevas esferas híbridas que se forman pueden alcanzar una relativa  independencia o pueden continuar teniendo una doble afiliación. La Economía Política,  para algunos, ha alcanzado esa independencia; la Antropología Política, según los mismos  autores, sigue siendo una rama de la Antropología y, al mismo tiempo, forma parte de las  Ciencias Políticas (constituye, según algunos, un subcampo de la Ciencia Política). El  criterio para esta determinación sería, seguramente, el predominio de uno u otro enfoque en  la obra de que se trate.
A continuación algunas reflexiones a modo de introducción al debate y no de conclusiones.

Si intentáramos definir el objeto de la Filosofía Política, entonces diríamos que ella abarca,  al menos, 4 significados:
a) Búsqueda de la mejor forma de gobierno o de la óptima república.
b) Búsqueda del fundamento del Estado o de la consiguiente justificación (o no  justificación de la obligación política).
c) Búsqueda de la naturaleza de la política o mejor de la “politicidad”, y la  consiguiente distinción entre política y moral.
d) Análisis del lenguaje político y metodología de la Ciencia Política.


APORTES DE NIKLAS LUHMANN A LA TEORIA DE LA COMPLEJIDAD
Por: Bernardo Castro Sáez
El presente trabajo no tiene la intencionalidad de abarcar la complejidad misma que significa abordar todos los elementos que la misma teoría implica. 
Sin embargo, en este desafío, pretendo centrar la mirada en aquellos elementos de la teoría de Luhmann,  que aportaron significativamente, al reconocer la complejidad como elemento fundamental y que a su vez,  fundamenta la comprensión de la realidad.
La complejidad luhmanniana
El eje central en la teoría de Luhmann, es el reconocimiento del concepto de complejidad;  a diferencia de Morin, quien señala que sólo la complejidad permite abordar la complejidad. Luhmann, sin embargo,  la reduce, la transforma a través de un proceso de racionalización que permita intervenir y entender la realidad de los sistemas sociales. Para ello, elabora una red sistémica del concepto que posibilite justamente ese entender y comprender.
La complejidad sistémica nos remite tanto a variables cuantitativas, tales como la cantidad de elementos y sus posibles relaciones, como a la diferenciación horizontal y vertical de un sistema a los modelos y grados de interdependencia entre sus partes y entre éstas y sus entornos, y en consecuencia, un fenómeno relativo. El concepto de complejidad conduce a la obligatoriedad de la selección, la que a su vez nos remite a la contingencia. Quizás, es desde esta observación que Luhmann (2000:10-11) quiere prevenir, cuando señala que: “Entre más complejo es un sistema, más podrá operar con negaciones, ficciones, presuposiciones analíticas o estadísticas que se distancian del mundo tal como es.”
Es decir, la complejidad permite, la abstracción retórica para poder entender lo que no se puede entender en un momento dado y, al no tenerse en cuenta, imposibilita comprender  la dimensionalidad de la complejidad en el sistema mismo.
Por lo tanto, desde esta perspectiva, la complejidad está fundamentada por las relaciones que se establecen y la consecuencia que deviene en decidir sobre qué decidir y así, seleccionar sobre aquellos efectos de la relación que permitan al sistema, su sustentabilidad.
Luhmann (1998) señala que, cuando se piensa sobre el concepto de complejidad, dos conceptos diferentes vienen a la mente. El primero se basa en la distinción entre elementos y relaciones. Si tenemos un sistema con un número creciente de elementos, cada vez se hace más difícil interrelacionar cada elementos con los otros. El número de relaciones posibles deviene demasiado  grande con respecto a la capacidad de los elementos para establecer relaciones. Podemos encontrar fórmulas matemáticas que calculen el número de relaciones posibles, pero toda operación del sistema que establece una relación tiene que elegir una entre muchas, la complejidad impone selección. Un sistema complejo surge sólo por selección. Esta necesidad de selección cualifica los elementos, es decir, da cualidad a la pura cantidad. La cualidad, en este caso, no es otra cosa que la capacidad selectiva limitada; es la neguentropía comparada con la entropía, que significa que todas las relaciones lógicamente posibles tienen una oportunidad igual de relación.
En cuanto a la complejidad del mundo, como sistema, Luhmann (1996b), define el concepto de complejidad en términos muy abstracto. Esto puede hacerse directamente en términos de una distinción entre sistema y el entorno y en término del potencial que posee un sistema para la realización. El concepto, entonces, significa un número de posibilidades que se hacen accesibles a través de la formación  del sistema. Implica que las condiciones (y en consecuencia los límites) de posibilidad pueden especificarse que, el mundo llega  a constituirse según esta manera y también que, el mundo contiene más posibilidades, de modo que en este sentido tiene una estructura abierta. Desde un ángulo diferente, esta relación entre mundo y sistema puede verse como problema de sobrecarga y como una inestabilidad amenazada constantemente. Éste, de hecho, es el enfoque de la teoría funcionalista de sistemas. Desde la perspectiva opuesta, la misma situación aparece como un orden superior, construido por medio de la reducción de la complejidad a través de la construcción de un sistema que, reduzca el problema a una cuestión de selección. Este enfoque posterior es el de la teoría cibernética de sistema. Luhmann (1997a:77) señala que: “…En conceptos de la teoría de la cibernética se podría formular el mismo problema (la complejidad aumentada) en la forma siguiente: toda planificación debe ante todo descomponer la complejidad del sistema en que ella misma tiene lugar y llevarla a la forma de problemas por solucionar, sobre los que hay que decidir con base en planificaciones ulteriores.  Este proceso de producción de problemas es en relación a la planificación misma un proceso de retroalimentación positiva, es decir, de reforzamiento de la divergencia.”
Así, el concepto de selección va unido inevitablemente al de complejidad, no puede haber complejidad sin reducción, pues, ésta delimita sus fronteras, las reduce o las disminuye. La selección permite la relación dentro del sistema en pos de la toma de decisión más adecuada para el sistema mismo. Por lo tanto,  la relación entre complejidad y selección en la cual se basa Luhmann, no es una descripción de estados. Implica ya el tiempo, y se realiza solamente mediante el tiempo y en el tiempo. El tiempo es lo que obliga a la selección en los sistemas complejos, pues si dispusiéramos de un tiempo infinito todo podría concordar con todo. Visto así, el tiemposiempre simboliza que si algo determinado sucede, otra cosa también sucede, de tal manera que ninguna operación aislada puede adquirir un pleno control sobre sus condiciones. Se podría decir que la selección es la dinámica de la complejidad.
Como se puede apreciar, la complejidad permite la existencia del sistema, y permite, además, su comprensión y estudio. La complejidad es la posibilidad de la evolución y. en este sentido, la observación y la diferencia, permiten operacionalizar el proceso de reducción de la complejidad.  Este proceso se lleva, en cuanto el tiempo, posibilita la operacionalización y la existencia de la reducción de la complejidad mediante la selección.  El tiempo, hace que la contingencia de eventos sea complejo y la selección su reducción.
Así, el sentido de la comunicación se da en la relación entre la complejidad y la contingencia que se encuentra en la selectividad impuesta por la primera y en el peligro de equivocación involucrado en la segunda. En efecto, la complejidad se refiere siempre a una posibilidad de las que puede actualizarse. La contingencia, por su parte, remite al hecho de que las posibilidades experimentadas por el sistema son sólo posibilidades, y por lo tanto, podrían resultar diferentes a lo esperado. Las posibilidades se visibilizan, mediante la relación de contingencias, es decir, en la doble contingencia que se construye en la operacionalidad de la relación.
La doble contingencia  se da mediante conciencia o comunicación, pero no en las dos al mismo tiempo. La doble contingencia que subyace a toda comunicación, es supuesto básico de la formación de los sistemas sociales, no de los sistemas psíquicos. Sólo se puede ser objeto de la conciencia, pero no conciencia misma. Los sistemas sólo pueden obtener su autorrelación y su cerrazón (recursividad), o bien mediante conciencia o bien mediante comunicación, pero nunca con ambas cosas a un tiempo. (Luhmann, 1996b)
La doble contingencia como realización práctica conduce a la formación de sistemas sociales: este es el meollo de los sistemas sociales. Bajo la influencia catalítica propia de la doble contingencia y la presión de selección que provoca, surgen límites que no separan ni unen a los individuos, sino que son una zona propia y única del sistema social. Ella no se constituye en el espacio entre los individuos. En esta región de doble contingencia que resuelve la doble contingencia, los individuos son entornos del sistema de la sociedad, desde el entorno, los individuos están en condiciones de irritar a la sociedad, de formularle preguntas capciosas a los sistemas sociales, de ser insidiosos con las normas o con los que hacen de ella una religión civil de control social, de ejecutar comportamientos inmorales sin temer al Leviathán de la anomia, que es una construcción de facto represiva, o de tender artificios reflexivos que lleven a la sociedad a una presión conversacional que pueda producir mutaciones (Robles, 2002).
 Entonces, ¿cómo funciona un sistema? ¿De qué forma se posibilita el acoplamiento estructural en la relación sistémica? Luhmann recurre a la diferencia sistémica. La diferencia de un sistema a otro permite que el sistema social funcione, pues de otra manera habría estancamiento. Pero, para que la diferencia sistémica se haga efectiva, el sistema utiliza, elcódigo.
El código, en la teoría de Luhmann, es un oscilador binario que le sirve al sistema para operar. No es un esquema de realidad, es únicamente una ficción que le permite al sistema hacer una reducción de complejidad. Sólo con la condición de la apertura a opciones positivas y negativas, un sistema social puede identificarse a sí mismo con un código. Cuando esto sucede, el sistema reconoce todas las operaciones que se orientan por el propio código como propias y otras no. Mediante el código, el sistema se diferencia a sí mismo del entorno y efectúa, su propia cerradura operativa.  Así pues, sólo el código, permite al sistema reconocer las operaciones que le son propias y deslindarlas de las operaciones de otros sistemas.

A modo de conclusión

El esfuerzo que hace Luhmann, por reducir la complejidad, hace que la misma complejidad cobre, por sí misma, como concepto, una complejización creciente en torno a su misma composición y función dentro de la realidad y, permitió a su vez, la necesidad de observarla y entenderla; no sólo desde su reducción, sino desde  su compleja complejidad.
Sin querer, Luhmann, introduce la complejidad en sus observaciones; sin embargo, no se da cuenta que para elaborar una teoría que permita reducir la complejidad, necesariamente tiene que complejizar su propia constructo teórico. La belleza de su elaboración, está dada por lo flexible y dinámica que resulta su teoría; pues ella, evoluciona con cada elemento nuevo que surge de la información que genera la realidad. No reduce su sentido ni su finalidad a las nuevas concepciones, interpretaciones o paradigmas; más bien, se alimenta de ellas y va mutando su funcionalidad, adecuándose justamente, al entorno de los fenómenos que  se van creando a la luz de los nuevos conocimientos y acontecimientos.
El sistema social de Luhmann, se dinamiza a partir de las relaciones  que se establecen en el sistema y que por su exponencial dinámica, se vuelve compleja en su observar. Este proceso de relaciones se produce en el flujo dinámico de la comunicación, para comprender esta operacionalidad, Luhmann recurre a la selección como mecanismo y posibilidad de reducción de la complejidad que paradojalmente,  la incrementa. La selección que deviene de la toma de decisión de lo que se observa en las relaciones que se producen en el sistema, se hace  a través del tiempo, permitiendo que esta selección ocurra en un devenir de sucesos de relaciones que sería imposible que ocurra fuera de ella. El tiempo, permite la doble contingencia en el sistema y esto sucede, gracias a la capacidad autopiética que tiene el sistema, generando el acoplamiento estructural que proceso necesario, donde las relaciones se suceden fluidamente. En este sentido, para reducir la complejidad, surge la diferencia que se visibiliza mediante códigos binarios, permitiendo la posibilidad de la selección en la comunicación del sistema social. Este proceso teórico, construido por Niklas Luhmann es admirable. Sólo se entiende en la medida que, la complejidad es la esencia que posibilita la existencia del sistema social luhmanniano, donde el hombre, está dado en su entorno.   
62No cabe duda; Luhmann, al querer simplificar el entramado que observaba de la complejidad, necesariamente tuvo que ocuparse de ella.






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